La participación de las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) en la generación de electricidad supera el 66%, lo que refleja el fuerte compromiso del país con la transición energética y su papel como líder regional en la adopción de fuentes limpias.
En los últimos quince años, Chile ha sido testigo de un gran avance en la transición hacia las energías renovables no convencionales (ERNC), con inversiones significativas en proyectos de energía solar y eólica, que han transformado el panorama energético nacional. La meta inicial era reemplazar la energía generada a partir de combustibles fósiles con fuentes más limpias y sostenibles, y en muchos aspectos, este objetivo se ha logrado. Sin embargo, la expansión de estas tecnologías ha traído consigo nuevos desafíos que están marcando la agenda energética nacional, especialmente en lo que respecta a la capacidad de almacenamiento y transmisión de esta.
En el informe de este 2024 de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Chile ha alcanzado un hito importante: El 34,1% de la energía inyectada al sistema proviene de fuentes renovables no convencionales. Este porcentaje es desglosado en un 45,4% de energía solar fotovoltaica, 39,4% de energía eólica, 7,6% de mini centrales hidráulicas de pasada, 6,5% de biomasa y 1,1% de geotermia. Esto ha sido impulsado en un contexto favorable que ha permitido a las ERNC escalar rápidamente dentro de la matriz energética nacional. Sinn embargo, a pesar de estos avances, aún existen serios obstáculos que limitan el aprovechamiento total de este recurso.
Uno de los principales problemas a enfrentar en el sistema de transmisión de energía, es la distancia entre los centros de generación, ubicados principalmente en el norte y sur del país, junto con los principales polos de consumo, en la zona centro, dificulta la distribución eficiente de la electricidad. Gran parte de la producción en las áreas más remotas se pierde por la falta de infraestructura adecuada para su transmisión, un fenómeno que se ha acentuado con la creciente participación de las ERNC en la matriz. La consecuencia directa de esto es que gran parte de la energía solar y eólica generada no llega a los consumidores, lo que significa un desperdicio de una valiosa fuente energética que podría beneficiar a miles de hogares y empresas, reduciendo los costos asociados a la generación tradicional.
A esto se suma la necesidad urgente de invertir en soluciones de almacenamiento de energía, como las baterías, que permitan almacenar la electricidad generada durante las horas de sol o viento y liberarla cuando la demanda aumenta o cuando las condiciones climáticas cambian. Las energías solar y eólica, aunque abundantes, son intermitentes por naturaleza, lo que implica que no se puede contar con ellas de manera continua, a diferencia de las fuentes convencionales. La capacidad de almacenamiento es esencial para garantizar una oferta estable y confiable de electricidad, permitiendo que la energía producida en horas no cruciales sea utilizada en momentos de mayor demanda. Esto podría significar un ahorro significativo en las cuentas de los consumidores, pero para lograrlo, es necesario avanzar en el desarrollo de tecnologías más eficientes y en la expansión de la infraestructura de almacenamiento.
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